Permiso para sentir - Reseña crítica - Marc Brackett
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Permiso para sentir - reseña crítica

Permiso para sentir Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Psicología y Parentalidad

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Permission to Feel: Unlocking the Power of Emotions to Help Our Kids, Ourselves, and Our Society Thrive

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788418118272

Editorial: Planeta

Reseña crítica

“¿Cómo te sientes?” es la pregunta con la que el autor inicia este libro. La respuesta no es sencilla, porque la mayoría de nosotros no sabemos realmente cómo nos sentimos ante diversas situaciones.

Con su método RULER, Marc Brackett enseña a responder a esa pregunta y ahondar un poco en la manera en la que nos enseñaron a sentir.

Primera parte: Permiso para sentir

Permiso para sentir

¿Cómo te sientes? Dado que este es el tema del libro, es una pregunta razonable. Incluso, es una de las preguntas que con más frecuencia nos hacen. Debería ser fácil contestarla pero, dependiendo de la honestidad con la que se responda, puede ser la más complicada.

Si podemos aprender a identificar y expresar nuestros sentimientos, incluso los que suponen un mayor desafío, seremos capaces de utilizarlos para crear una vida positiva y satisfactoria.

Sin embargo, estamos perdiendo la costumbre de detenernos para observar nuestro interior o para mirar a los demás en busca de respuestas.

Tiene todo el sentido del mundo experimentar incomodidad y malestar cuando expresamos nuestras vidas emocionales, incluso cuando experimentamos sentimientos positivos, pero aún más cuando son sentimientos negativos.

Si no expresamos nuestras emociones, se acumulan como una deuda que al final habrá que pagar. Esto nos impide avanzar y alcanzar objetivos.

Necesitamos destreza para experimentar y expresar todas las emociones, y para regular y ajustar tanto aquellas que son agradables como las desagradables con la finalidad de alcanzar el bienestar, tomar las decisiones con conocimiento, construir y mantener relaciones significativas, y aumentar nuestro potencial.

Las emociones son información

Siempre estamos sintiendo algo, normalmente más de una emoción a la vez. Nuestros sentimientos son un flujo continuo, no un acontecimiento ocasional.

En el interior de cada uno de nosotros hay un río, a veces plácido y contenido, pero en otras ocasiones, enfurecido y capaz de desbordar su cauce. Hay mucho que navegar.

Todas las emociones son una fuente importante de información acerca de lo que ocurre en nuestro interior. Nuestros múltiples sentidos nos aportan información procedente de nuestro cuerpo, nuestra mente y el mundo exterior, y posteriormente, nuestro cerebro forma y procesa experiencia. Esto es lo que se conoce como “sentimientos”.

Las emociones tienen un propósito extremadamente práctico: garantizar nuestra supervivencia. Nos hacen más inteligentes. Si no las necesitáramos, no existirían.

Las emociones determinan aquello de lo que nos ocupamos en el momento presente, por ello ejercen una influencia poderosa —aunque, en su mayor parte, inconsciente— en la toma de decisiones.

Las emociones determinan en gran medida nuestros actos, y sobre todo afectan el bienestar de nuestra salud física.

Cómo convertirse en un científico de las emociones

Hablamos de las habilidades emocionales porque hay algo que aprender. Es una apuesta segura afirmar que, en la historia de la raza humana, nadie ha sabido exactamente qué es lo que siente en toda su complejidad, contradicción y caos, y en cada momento de su existencia.

Tenemos un cerebro formado por diversas regiones, cada una con sus propias funciones, que nos arrastran en diferentes direcciones. Esta es la razón por la que todos deberíamos ser científicos de las emociones.

Nuestras funciones mentales más importantes tienen un aspecto emocional, aunque parezcan basarse exclusivamente en el ámbito de la cognición. Estos factores determinan elementos significativos de nuestra vida real: nuestras relaciones, nuestro rendimiento, nuestra toma de decisiones e incluso nuestra salud física.

Saber qué nos dicen nuestras emociones constituye la primera y necesaria etapa del proceso.

Para ello, se plantea el uso del método RULER, por sus siglas en inglés: Recognizing, Understanding, Labeling, Expressing, Regulating. En español esto sería reconocer la emoción, comprender lo que implica, etiquetar y establecer conexiones, expresarlas y por último, regular lo que se siente.

Segunda parte: Las habilidades RULER

“R, Recognizing”: Reconocer la emoción

La primera de las habilidades RULER que tenemos que conseguir para convertirnos en científicos de las emociones es el reconocimiento, que implica identificar con precisión las emociones que surgen en nosotros mismos y en los demás.

Hasta que no reconozcamos nuestras emociones, no podremos aprender las habilidades necesarias para regularlas.

El reconocimiento implica admitir que todos somos seres sensibles y que experimentamos emociones en cada momento de nuestra vida.

Esta etapa es especialmente importante porque la mayor parte de nuestra comunicación es no verbal. Esto incluye las expresiones faciales, el lenguaje corporal y el tono de la voz, no las palabras, sino cómo se pronuncian.

Las palabras pueden mentir y ocultar la verdad, los rasgos físicos rara vez lo hacen. Hay que saber observar y oír para poder dar con la emoción correcta, y esto solo puede mejorar con la práctica.

Abrir los ojos a lo que antes no lográbamos ver es uno de los mejores comienzos.

“U, Understanding”: Comprender la emoción

De las cinco habilidades requeridas para ser un científico en el tema, esta es la más difícil de adquirir. Ahora es cuando tenemos que decidir si queremos comprender las causas de los sentimientos propios o ajenos.

Cuando exploramos los sentimientos de los demás también hemos de afrontar el momento de la verdad. La comprensión de las emociones empieza cuando podemos responder la siguiente pregunta: “¿Por qué tú o yo nos sentimos así?“.

La habilidad central de la comprensión es la búsqueda del tema subyacente o causa posible que alimenta la emoción. No hacemos preguntas ni atendemos las respuestas para ofrecer una atención empática: al escuchar, buscamos un sentido que va más allá de las palabras pronunciadas.

Adquirir esta habilidad no siempre es un proceso fácil. Normalmente, la necesidad de comprender una emoción aumenta con su intensidad: cuanto más poderosa, mayor es el reto.

Hasta que no entendamos las causas de la emoción, no seremos realmente capaces de ayudarnos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a nuestros compañeros.

“L, Labeling”: Etiquetar una emoción

La pregunta fundamental “¿Cómo te sientes?”, no prospera si no tenemos una respuesta útil. Sin un vocabulario adecuado, no podemos etiquetar nuestras emociones, y si no las etiquetamos, será difícil evaluarlas correctamente u observarlas desde la perspectiva que les corresponde.

Y no es solo retórica. La neurociencia y la investigación de mapeo del cerebro nos han enseñado la verdad real y tangible de la proposición “Si lo nombras, lo controlas”.

Etiquetar una emoción es, en sí misma, una forma de regulación.

En el arco formado por el proceso RULER, etiquetar es el punto de articulación, la bisagra. Conecta el reconocimiento y la compresión con la expresión y la regulación, que es la fase en la que adoptamos las acciones necesarias para obtener la fuerza de nuestra vida emocional.

Sin etiquetar, nuestros sentimientos siguen siendo difusos; en cuanto los nombramos, comenzamos a poseer su fuerza. Esta habilidad existe en el espacio entre la comprensión de lo que sentimos y cómo lo expresamos.

“E, Expressing”: Expresar una emoción

Con la expresión nos mostramos a nosotros mismos. La “E” puede ser la más aterradora de las cinco letras, porque es en donde recopilamos lo que se ha aprendido hasta ahora y empezamos a actuar a partir de lo que sabemos.

Expresar emociones es como una transacción entre personas: uno las expresa y el otro reacciona.

A medida que crecemos y adquirimos el lenguaje, las necesidades se van haciendo más complejas, y también nuestra forma de comunicarlas. Con todo, paradójicamente, cuando vamos adquiriendo la capacidad de expresar nuestras emociones también desarrollamos la capacidad de engañar, de disimular y de negar.

Es un intercambio: cuanto más sofisticados somos en nuestra capacidad para decir lo que sentimos, mayor es el control que podemos ejercer.

Todos tenemos expectativas diferentes y reglas personales en relación con la expresión de nuestras emociones.

A veces, el permiso para sentir implica expresar una emoción que no necesariamente sentimos; no se trata de ser deshonestos, sino de encontrar una forma de comunicarnos que tenga en cuenta todas las consideraciones.

Expresar nos impulsa hacia adelante.

“R, Regulating”: Regular la emoción

La regulación de las emociones ocupa la parte superior de la jerarquía RULER. Probablemente, es la más compleja y exigente de las cinco habilidades.

Es prácticamente imposible imaginar cómo sería la vida sin la capacidad de regular las emociones.

Toda respuesta emocional es una experiencia única. Necesitamos conocer qué sentimos y por qué antes de poder anticipar qué estrategias de regulación de las emociones nos serán necesarias.

El objetivo inicial de la regulación es gestionar nuestras propias respuestas emocionales y para ello hay ciertas estrategias que se pueden llevar a cabo:

  • La respiración consciente: ayuda a serenar el cuerpo y la mente a fin de habitar plenamente en el momento presente.
  • Estrategias proactivas: son aquellas que se utilizan para cambiar algo establecido. Si cuando te enojas cierras los puños, mejor aplaude y eso te hará volver al momento presente.
  • Estrategias de cambio de atención: se refieren a distraer la mente de cosas que mantienen nuestro presente alterado. Si estamos pensando en una junta el día de mañana, se podría intentar hornear un pastel o hacer algo diferente para cambiar el foco de pensamiento.
  • Estrategias de reformulación cognitiva: son aquellas que requieren un cambio, es decir, si bajas a desayunar y encuentras que tu pareja está enojada, en vez de enojarte tú también podrías tratar identificar el porqué de ese enojo.

Tercera parte: Aplicar las habilidades emocionales para el éxito y el bienestar óptimos

Emociones en casa

El permiso para sentir no implica obsesionarnos cada vez que alguien se porta mal con nosotros o nos ignora. Es justamente lo contrario: aprender a superar esos momentos, dejarnos instruir por ellos y seguir viviendo con normalidad.

El permiso para sentir nos hace más fuertes. No siempre es fácil afrontar la verdad de quiénes somos y contar con nuestra propia vida emocional.

El permiso para sentir empieza con la pregunta “¿cómo te sientes?”. Del mismo modo, su éxito empieza con la capacidad de reformularla.

Cuando nuestros hijos o las personas cercanas a nosotros carecen de este permiso, lo anhelan. Si nunca lo encuentran, su mente siempre merodeará por la oscuridad.

Sin embargo, cuando se apoya a las personas, sobre todo a las que conforman nuestra familia, a desarrollar la mejor versión de sí mismos, todo cambia.

Se enseña a expresar emociones expresando las propias con habilidad.

Emociones en la escuela: Desde la infancia a la universidad

La docente se caracteriza por ser una profesión extenuante y la forma en la que esto se toma afecta no solo a quien enseña sino a quien recibe la enseñanza.

No se puede cambiar el entorno de cada persona, pero algunas investigaciones han demostrado que el hecho de que haya un adulto atento permite a cualquier persona gestionar su estrés; y, al decir adulto, se hace referencia al docente.

Un elemento clave de la escuela es ofrecer a los estudiantes nuevos elementos para amar: un estimulante campo de estudio y nuevos amigos.

Incluir las emociones como parte de la experiencia del aprendizaje no significa simplemente que estudiantes y profesores tengan que desnudar su alma y lidiar con cuestiones emocionales difíciles. También significa que los estudiantes se involucren más a fondo con aquello que están aprendiendo.

Emociones en el trabajo

Es fácil entender por qué el lugar de trabajo es un entorno emocionalmente perturbador.

Después de todo, pasamos la mayor parte del tiempo ahí, rodeados de personas cuya compañía no hemos elegido y que no necesariamente comparten nuestras costumbres, valores y gustos.

El medio por el cual nos apoyamos a nosotros mismos y a nuestra familia depende de cómo nos desenvolvamos en este ámbito, por lo que no es de extrañar que los desafíos emocionales sean altos.

Pensamos que el trabajo se define por un conjunto de habilidades e informaciones, por la experiencia y la capacidad mental, y por el deseo de realizarnos y lograr nuestros objetivos.

Sin embargo, las emociones constituyen la fuerza más poderosa en el trabajo, como en toda empresa humana. Las emociones influyen en todos los aspectos, desde el liderazgo, la creación y el mantenimiento de relaciones complejas, hasta las relaciones con los clientes.

Si no nos encontramos en un ámbito de colaboración amistosa, será casi imposible que la mayoría de nosotros hagamos bien nuestro trabajo.

Notas finales

Con habilidades emocionales crearemos un mundo más inclusivo, compasivo e innovador. Estas habilidades son la clave para liberar el potencial que hay en cada uno de nosotros.

No es fácil cambiar toda una sociedad, pero tenemos que intentarlo. Nuestro futuro y el de las personas que nos rodean dependen de ello.

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¿Quién escribió el libro?

Psicólogo e investigador enfocado principalmente en los sentimientos. Es fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, conferencista y pr... (Lea mas)

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